Raimunda Nonata Laurindo da Silveira enterró viva a la hija que acababa de tener, en una cueva de Camocin, en el municipio del estado de Ceará, al noreste de Brasil.

Este hecho fue denunciado por los familiares de la madre, quienes relataron que Raimunda ocultó su embarazo durante casi nueve meses. Poco antes de la fecha del nacimiento ingirió bebidas abortivas para adelantar el nacimiento.

Tras el parto, la mujer llevó a la bebé a una cueva y la enterró viva. Horas después el cuerpo fue encontrado por las autoridades locales y presentaba señales de haber sido devorado por los animales salvajes.

Raimunda fue detenida por la policía local y trasladada a la Comisaría Municipal de Jijoca, en la ciudad de Jericoacoara. Al ser interrogada por las autoridades aceptó su crimen y se justificó diciendo que ya tenía dos hijos (uno de los cuales fue dado en adopción) y no podía mantener a uno más.

Los restos de la menor fueron enviados al Núcleo de Pericia Forense de Ceará, donde se determinará si murió debido a las mordidas de los animales o por asfixia.

El noreste brasileño es una de las zonas del país donde se presentan más abortos, aunque según la legislación actual, sólo pueden realizarse en caso de violación, cuando haya riesgo de muerte para la madre o si el feto presente anencefalia.