Parecía una ceremonia de recepción de un día cualquiera: el papa Francisco saludaba a decenas de fieles fervorosos que llegaban a inclinarse y besar la mano del Sumo Pontífice.
Besar el anillo del Pescador, símbolo del poder papal, es una tradición centenaria para los católicos desde que los obispos de Roma prohibieron que les siguieran besando los pies.
Y para decenas de católicos que llegaron hasta la ciudad de Loreto en Italia para ver a su líder espiritual no era la excepción.
Pero algo comenzó a ir mal en el saludo papal el pasado lunes.
Con una media sonrisa inmutable, Francisco comenzó a quitar bruscamente su mano para que los fieles no la besaran. A algunos, incluso, los apartó disimuladamente para que siguieran su rumbo.
El portavoz del Vaticano, Alessandro Gisotti, comentó que, en realidad, Francisco solo estaba preocupado por los gérmenes.
Básicamente, explicó que el Papa retiró la mano de los besos por una "simple cuestión de higiene".
Y es que, según Gisotti, con tanta gente haciendo cola para saludarlo, el pontífice temía que su anillo se volviera un foco para las bacterias.
Aclaró que al Papa "le gusta abrazar y ser abrazado por las personas" y que se siente feliz de que le besen el anillo… en pequeños grupos.