Por José Ángel Solorio Martínez

 Quince mil millones de pesos es mucho dinero.

¿Cuántas obras públicas pudieran construirse en el estado con esa cifra?

 Es casi la cuarta parte del presupuesto anual de la administración estatal. Y es el 400 por ciento de lo que se le asigna como gasto público a uno de los mega municipios de Tamaulipas.

 Pues esa es la cantidad que andan evaporándose de las alcaldías y los organismos autónomos, que por lo general les meten mano los presidentes municipales.

 Eso denunció hace meses la Auditoría Superior del Estado (ASE) el escamoteo de esa estratosférica cifra. Amagó con que ya cerrado el proceso –hace una semana– se daría vista al Fiscal general del Estado y al Fiscal anticorrupción.

 Ni una ni otra cosa.

 No hicieron caso los presidentes municipales –que son muchos– y ni se ha girado la indagatoria a los fiscales.

 ¿Acaso es un juego?

 Eso parece.

 Ni uno solo de los alcaldes ha sido llamado a cuentas; ni un solo oficio, ha emitido la Fiscalía anticorrupción a los ediles bajo sospecha.

 La sociedad tiene la certeza de que las fiscalías sirven para maldita la cosa; y cuestiona el por qué tanta burocracia inservible y costosa.

 ¿Cuánto gana el Fiscal general?

 ¿Cuánto cobra el Fiscal anticorrupción?

 ¿Cuánto se gasta el estado en toda esa red burocrática que lejos de combatir el desaseo presupuestario, lo tolera y hasta lo promueve?

¿Y si desaparecen esas burocracias torcidas?

 La IV T y su Segundo Piso están a punto de naufragar por el torpedeo de los pillos que se visten de alcaldes y se disfrazan de guindo, para continuar en el saqueo impune de los dineros públicos.

 ¿Para qué se da a conocer los turbios manejos de alcaldes y achichincles, si no se va a actuar en contra de ellos?

 No es suficiente la denuncia.

 Se requiere que se les investigue en apego a la ley. 

 Y si son culpables, que se les confisque el dinero que se robaron. Eso es justicia: no sólo la aplicación de la ley para responder a la indignación ciudadana; se requiere obligarlos a regresar los billetes hurtados.

 ¿Cuántas becas para estudiantes cubrirían esos 15 mil millones?

 ¿Cuántas aulas podrían construirse con casi mil millones de dólares?

 Sólo así podemos magnificar el daño de esos cleptómanos de cuello blanco.

 Ya no abonen más en la incomodidad ciudadana.

 Fueron más de 90 años del PRI y el PAN, para que MORENA continue con esa ominosa herencia.