Por Mario Vargas Suárez. Pensar en el Bastón de Mando, como un símbolo de autoridad, de liderazgo, sobre todo, desde el punto de vista moral, espiritual.
Tradicionalmente se entrega a una autoridad de la comunidad indígena, cuando asume un cargo político y representa respeto a la aceptación del cargo, así como el buen gobierno de los pueblos y para los pueblos. El bastón también implica que el dirigente se comprometa a defender los usos y costumbres de las comunidades indígenas.
Sin embargo, habrá diferencias si se separa la segunda palabra de la primera, como el título de hoy, por lo que lo separamos en dos contextos: Tamaulipas y el país.
En el primer caso, lo relacionamos cuando mediáticamente y en redes sociales se insiste en la salida de la titular de educación en Tamaulipas, Lucía Aimé Castillo Pastor, al quererla incrustar en el siguiente Poder Legislativo de la Nación.
En sentido contrario, la periodista Nora Alicia Hernández, este miércoles publicó que la funcionaria declaró “…no tener comentarios sobre el proceso electoral, pese a que su nombre aparece en las encuestas que en las últimas semanas se han estado realizando vía telefónica en el Estado.”
Castillo Pastor dijo que a pesar de las acciones políticas del momento en el país y en Tamaulipas “…mi objetivo y función se mantiene en la SET, para seguir con mi compromiso de contribuir en el avance de la educación de los tamaulipecos.”
La alta funcionaria de educación en Tamaulipas continuará en las oficinas de Tamatán, mientras no haya otra instrucción para realizar una actividad de otra naturaleza, “…seguiré al frente del sistema educativo del Estado.”
A nivel nacional, no podemos hablar de otros personajes que no sean “El Destapador y su Corcholata”. Léase el presidente Manuel López y Claudia Sheinbaum Pardo, cuando uno entrega el Bastón… ¡Pero no el Mando!
La muestra de lo anterior la vemos reflejada en la selección de candidatos a los gobiernos de seis estados de la República y ninguno de los candidatos de doña Claudia, para la sucesión en el cargo que dejó sea de su equipo. Pese a los resultados arrasadores que se computaron en las actas de Morena a favor de Omar García Harbuch.
El Bastón lo recibió la Dra. Sheinbaum Pardo de manos del presidente, pero de ninguna manera le entregaron en ‘mando’ el ‘poder’, puesto que a ojos vistos Clara Brugada siempre fue la favorita del tabasqueño en Palacio.
Un ejemplo más es la resignación y sometimiento del Carnal Marcelo Ebrard. Pero por lo menos mediáticamente no se somete a ‘su cuate’ López, al del mando, sino a Claudia, con la que ya habló y acordó.
La postura de Ebrard parece mediática, él como los que más o menos entendemos la política a la mexicana, entendemos que Sheinbaum Pardo, hasta el momento no tiene el mando de la política nacional y no porque no haya todavía sido electa, sino porque se traduce que la doctora no tendrá el control del país.
EL BASTÓN Y EL MAXIMATO
México reconoce de 1928 a 1934 como El Maximato ("Jefe Máximo de la Revolución"); los personajes principales son Plutarco Elías Calles (1924-1928), que dominó la vida política del país con los presidentes: Emilio Portes Gil (1928-1930), Pascual Ortiz Rubio (1930-1932) y Abelardo L. Rodríguez (1932-1934), quienes fueron tildados de títeres de Calles.
En el Maximato del sonorense Plutarco Elías Calles, entregó el Bastón al tamaulipeco -hay quien asegura era de origen dominicano- Emilio Portes Gil, pero nunca el Mando. Fue el general michoacano, Lázaro Cárdenas del Río, el presidente que puso fin al Poder del Maximato.
Se puede decir que El Poder, estaba semi-oculto, a la sombra, aunque todo mundo sabía que quien mandaba no vivía en Palacio o en el Castillo de Chapultepec, como otros mandatarios.
La pregunta: ¿Hay error de percepción en esto del Bastón de Mando en la IV Te?
A 10 meses y 15 días del fin del periodo constitucional, el presidente Manuel López parece decidido a mandar después de caducado el ciclo para el que fue elegido. Lo evidente es que quede claro quién manda y cómo mandará el próximo sexenio.