Por Martín Díaz Altamira, Tam.- Mientras colonias enteras de Altamira claman por servicios básicos, calles dignas y soluciones a la persistente falta de agua, el gobierno municipal encabezado por el Alcalde Armando Martínez parece tener otras prioridades. La reciente convocatoria a un "Giveaway" de pases VIP para la Nauticopa Altamira 2025 ha desatado una ola de críticas y un profundo sentimiento de burla e indignación entre los ciudadanos.
La dinámica del concurso no podría ser más desconcertante: tómate una foto junto a una lancha acuática exhibida en la Palapa de Champayán – una lancha cuyo valor seguramente asciende a miles, si no millones de pesos, un lujo inalcanzable para la mayoría de los altamirenses que día a día sortean baches y sufren la escasez de agua en sus hogares. La recompensa por esta peculiar peregrinación fotográfica: la posibilidad de ganar dos pases VIP a la Isla de la Esperanza y un "kit con sorpresas" para un evento náutico que, por su naturaleza, está lejos de ser accesible para el grueso de la población.
¿En qué planeta vive el Alcalde Armando Martínez? ¿Acaso no percibe la profunda desconexión entre esta ostentosa exhibición y las necesidades apremiantes de su municipio? Mientras los ciudadanos lidian con la precariedad de la infraestructura urbana, al gobierno se le ocurre invertir recursos públicos – presumiblemente significativos – en la adquisición y exhibición de una lancha de alto costo, no para beneficio colectivo, sino como un mero anzuelo publicitario para un evento de entretenimiento.
La ironía es palpable. Se invita a los habitantes que sufren por la falta de pavimentación en sus calles a posar sonrientes junto a un símbolo de opulencia náutica. Se alienta a quienes padecen la sed por la falta de suministro de agua a concursar por pases VIP a una isla, donde el líquido vital seguramente no escasea. La falta de sensibilidad política del Alcalde Martínez raya en la provocación.
Este "Giveaway" no es más que una bofetada a la inteligencia y a las necesidades reales del pueblo de Altamira. En lugar de priorizar la inversión en infraestructura básica, en garantizar servicios públicos eficientes y en mejorar la calidad de vida de todos los ciudadanos, el gobierno municipal parece obcecado en organizar fiestas y eventos que benefician principalmente a unos pocos, utilizando el erario público como si fuera una caja chica para promocionar sus actividades de ocio.
La pregunta resuena con fuerza: ¿cuándo entenderá el Alcalde Armando Martínez que su obligación primordial es velar por el bienestar de todos los altamirenses, atendiendo las carencias urgentes antes de derrochar recursos en concursos superficiales y eventos elitistas? La paciencia del pueblo tiene un límite, y la imagen de una lancha costosa contrastando con las calles destrozadas y los grifos secos es un símbolo elocuente de una gestión que parece haber perdido el rumbo y la conexión con las verdaderas necesidades de Altamira. ¡Qué poca madre!