Por: Isaias Alvarez
Algunos funcionarios públicos creen que gobernar es tomarse fotos y pedir favores. Y cuando las lluvias atípicas arrasaron con Reynosa, el Ayuntamiento no solo quedó bajo el agua, también quedó al descubierto. Porque mientras miles de familias perdían sus pertenencias, la administración municipal andaba más perdida que los zapatos tras un huracán. Peor aún, la tesorera, Esmeralda Chimal, no supo ni por dónde empezar. O no quiso ¿Ignorancia o simulación?
El Congreso del Estado, por medio del diputado Isidro Vargas, hizo lo que al Cabildo le correspondía: revisar los números, y vaya sorpresa. Resulta que Reynosa no está quebrada como se quiere hacer creer. Según el análisis presentado, el municipio tuvo ingresos excedentes por más de 379 millones de pesos y, además, ahorros por otros 104 millones. Es decir, hay al menos 483 millones disponibles que bien podrían ser usados para reparar calles, entregar apoyos y atender directamente a los damnificados. ¿Entonces por qué están pidiendo otros 386 millones al Congreso?
Lo grave es que desde la Tesorería Municipal se mandó un mensaje confuso, como si no supieran sumar. En una administración con casi medio millar de millones sin etiquetar, lo lógico sería usar primero lo que ya se tiene. Pero no. En lugar de presentar una propuesta seria ante el Cabildo –como manda la ley–, le escribieron al Congreso del Estado para que les resuelva el problema. Un error tan básico que parecería de principiante… si no fuera tan costoso para la ciudadanía.
Aquí vale la pena abrir un paréntesis legal. El Código Municipal de Tamaulipas establece que quien ocupe el cargo de tesorero en municipios como Reynosa debe contar con título profesional en contaduría, finanzas o áreas afines. No es un puesto decorativo. La persona que maneja el dinero público tiene que estar capacitada, y si Esmeralda Chimal cumple con el requisito, no se nota. Porque lo que hizo fue no asumir responsabilidades, y lo que no hizo fue actuar con autonomía. Todo indica que prefieren ‘echarles la paleta’ a otros antes que poner en orden la casa y así los diputados quedaran como los malos.
Mientras tanto, el Congreso de Tamaulipas hizo lo suyo. No solo revisaron los oficios enviados por el Ayuntamiento, también evaluaron el marco legal y propusieron una ruta clara: reasignar internamente los recursos, como debe ser. Porque la autonomía municipal no es una excusa para lavarse las manos, sino un compromiso para actuar con responsabilidad. Y si en el Cabildo quieren más recursos, deben justificarlo con proyectos.
Esta historia revela una verdad incómoda: no todos los que llegan al poder saben gobernar. Algunos, como Esmeralda Chimal, parecen improvisar con dinero ajeno. Y cuando fallan, en lugar de corregir, quieren pasarle la bolita al Congreso para tapar el hoyo. Pero los legisladores no están para hacerle las cuentas al Ayuntamiento ni dar dinero, están para vigilar que los recursos públicos se ejerzan eficientemente. En eso, hay que reconocer, el Congreso ha dado una lección de oficio. Ojalá que en Reynosa tomen nota. En tiempos de crisis, lo que se espera de un gobierno no es que se victimice, sino que resuelva. Y resolver implica algo tan elemental como saber contar.